Ma’alahi nació en Verónica, entre el monte y la quietud de un pueblo donde las cosas todavía tienen tiempo.
Nació del olor a madera recién cortada, del mate temprano, de la música baja y del humo que sube lento e invita a mirar distinto.
No fue un emprendimiento. Fue una manera de estar en el mundo.
Argentina nos marcó la fibra: mezcla de raíz criolla, oficio nativo y una sensibilidad que se mueve entre lo rústico y lo fino.
En ese cruce —medio indomable, medio sagrado— aparecieron los primeros objetos.
No hacemos piezas “a la vieja usanza” ni hacemos producción industrial.
Hacemos método propio:
máquinas cuando el milímetro importa,
manos cuando el alma lo pide.
Esa mezcla se volvió nuestro camino.
Buscamos atmósferas más que vitrinas.
Objetos que dicen sin hacer ruido.
Piezas que acompañan, que permanecen.
Este primer capítulo es la puerta de entrada al universo Ma’alahi.
Un recorrido que une a todas nuestras creaciones:
desde el Portador Montaña, nacido mirando la cordillera,
hasta el Cenicero, el Grinder Tronador,
los kits que llevan lugares en el nombre
y los objetos rituales de El Atelier.
Cada pieza tiene un porqué.
Cada forma, una historia.
Cada madera, una voz distinta.
Bienvenidos.
Desde acá, la madera habla y nosotros sólo la acompañamos.
